Una de las cosas más enriquecedoras de mi visita fue poder hablar personalmente con cada uno de los artesanos. Era totalmente necesario establecer una relación directa con ellos y saber de primera mano sus inquietudes individuales para poder establecer unos criterios globales de actuación. Si bien el enfoque de las preguntas estaba destinado al uso diario de las instalaciones y las mejoras a realizar, la gran mayoría de ellos mostraba su preocupación con otras cuestiones no menos importantes, reivindicando por ejemplo la posibilidad de conseguir más materia prima a mejor precio. Resulta impactante ver su ilusión y el verdadero empeño que tienen en realizar bien su trabajo. Me encanta eso. Permitirme decir algo que puede parecer extraño, pero dentro de la necesidad de cada uno de ellos encuentro un componente “bohemio” en muchos. Quieren realizar más piezas, mas diseños novedosos, sabiendo que existe una dificultad tremenda para venderlas. Eso no importa, hay que crear! Fascinante…

Entre todas las disciplinas existen 262 artesanos en el museo repartidos en dos cooperativas. No pude entrevistarme con todos ellos ya que generalmente no se encontraban todos allí, pero la muestra de entrevistas fue bastante importante con un total de 102. Eché de menos haber hablado con alguna de las 34 mujeres que pertenecen al colectivo pero no pude coincidir ningún día con ellas. Quizá en la próxima visita tenga más suerte.

Me acompañaba Ousmane, el traductor que nos facilitó la embajada española y fundesarte, para ayudarme a conversar con los artesanos, ya que muchos de ellos solo hablaban su lengua étnica. Ousmane es un todo terreno, oriundo de Niamey, con una gran inquietud y preparación, que aprendió castellano en Cuba mientras realizaba sus estudios de ingeniería agrónoma. Una persona muy preparada, agradable y con un gran sentido del humor. Como anécdota contar que siempre empezaba mis entrevistas individuales con la misma pregunta y a partir de la tercera la llamé “pregunta del siglo”. Esto me sirvió para minimizar esfuerzos con él cada vez que empezábamos una nueva entrevista. El contestaba con una carcajada cómplice siempre.

El denominador común de las preguntas que efectuábamos giraba en torno al espacio y la metodología de trabajo. Evidentemente cada sector manifestaba una preocupación distinta, pero la falta de espacio para trabajar y las condiciones para desarrollarlo eran comunes a todos. Muchos de los artesanos trabajan al aire libre, fuera del recinto hangar y muy pocos trabajan sentados en una silla con una mesa en condiciones. Unido a la falta de espacio estaba la separación inadecuada de los mismos. Se entremezclan unos puestos con otros dificultando los recorridos, la exposición y la venta.

No debemos olvidar que la cultura y la tradición son aspectos muy importantes en todas las sociedades (desarrolladas o no) sin que ello signifique que no se pueda cambiar o evolucionar. En muchos casos es el desconocimiento lo que hace que las tradiciones venzan al desarrollo. La cultura nada tiene que ver con eso. Había artesanos del calzado que nos comentaban que solo podían trabajar en el suelo ya que necesitaban de los pies para manejar el cuero. La razón: no saben que encima de una mesa, con las herramientas adecuadas, no hace falta utilizar nada más que las manos.

En definitiva, extraeremos de las entrevistas realizadas los aspectos principales que nos van a ayudar a desarrollar un proyecto de adecuación real y sostenible, teniendo en cuenta muchas pequeñas variables que conformaran un todo. Quizá los artesanos nunca sepan en el futuro cual es el motivo por el cual trabajan más y mejor pero la respuesta esta en la correcta concreción de esas pequeñas e “insignificantes” variables.