La visita a la llamada “ciudad de los artesanos” en Wadata era obligada. Situado en las afueras de la ciudad, se trata de un amplio complejo donde artesanos de la ciudad trabajan y venden sus productos. Ciertamente la organización aquí es otra cosa, aunque al igual que en el museo el público es inexistente.

El diseño del complejo esta pensado con criterio. Es un ejercicio muy interesante de equilibrio en los espacios y recorridos (vamos, igualito que la T4 de Barajas). Un edificio (que resulta ser la tienda principal) te recibe imponente como pieza principal que articula alrededor de él dos accesos a un espacio interior donde se sitúa en su perímetro las pequeñas tiendas y talleres arropando a este edificio. Cada tienda situada en esta zona tiene el mismo funcionamiento. Un pequeño espacio en el exterior donde se expone el producto y otra zona contigua al interior donde instalan los artesanos su pequeño taller. La parte quizá más interesante de la village es la inmediatamente contigua. Al igual que se produce con la tienda principal, existen dos accesos laterales a un “pequeño poblado” (en realidad solo pretende serlo) donde otros artesanos (no sé si más privilegiados o no) establecen allí su talleres en pequeñas casas que configuran las calles de un pequeño pueblo. Lo interesante de este espacio es la habilidad y el interés que existe en comunicar y promocionar la artesanía. Es como un pequeño recinto comercial que se diseñó para atrapar al visitante. Es un pequeño hito o reclamo en la ciudad de visita obligada para el foráneo.

El problema que veo en su funcionamiento es que depende exclusivamente del uso al que está destinado: producir y vender. Y os preguntaréis, si es una ciudad de artesanos, que más pueden ofrecer además de eso?. Buena pregunta. Quizá la respuesta la tengamos más cerca de lo que pensamos y eso que precisamente estamos en esto para al menos conseguir un 30% de lo que se ha conseguido en Wadata. La respuesta es el museo. La visita a la village me hace reflexionar sobre las muchas posibilidades que tiene el museo para convertirse en referencia en el colectivo artesanal. Tenemos lo que le falta a Wadata: la multioferta. Estamos en un lugar privilegiado donde debemos aprovechar lo que nos ofrece el recinto para cautivar al visitante. Tenemos que potenciar al máximo lo que da verdadero valor: el factor humano. El museo es un recinto al que da vida el colectivo artesanal pero en la actualidad esta dormido. Para despertarlo debemos de hacerles participes de cada acción. Tienen que creer en ello ante todo.

Para Wadata: creación de cursos, seminarios, exposiciones, conciertos… Quien sabe, quizá algún día recalemos en la “village cultural de Wadata”.