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la partida y la llegada

Ir a Niamey es algo largo pero no muy complicado. Sí o sí el avión hace escala en Casablanca (Marruecos) y allí con suerte tienes un tránsito mínimo de 3 horas. La terminal donde esperas es moderna aunque monótona. Es una gran nave que funciona como un gran pasillo que te lleva desde la puerta 21 a la 32 y viceversa las veces que quieras y si tienes ganas de hacer ejercicio. Hay gente vagando de un lado a otro permanentemente excepto aquellos que se acoplan en los asientos de espera cercanos a las puertas de embarque. Dispone de una zona de comidas las 24 horas donde incluso se puede fumar. Eso me llamó mucho la atención. Es como si de repente me dijeran que tengo que volver a pagar con pesetas. Lo de ver humo en un aeropuerto o un bar me pareció todo un acontecimiento y eso que sólo han pasado 5 meses de la entrada en vigor de la remodelación de la ley del tabaco en España.

Yo salí a las 19 horas del día 4 de mayo de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Miento, salí del no sé como denominar a la terminal absurda fantasma que se llega en un tren sin conductor (si, ya sé, es la terminal satélite pero es que no entiendo ese nombre). Como arquitecto digo y afirmo que es un despropósito. Hay un principio en la arquitectura y me atrevería decir que en el ámbito de la vida en general (por lo menos es mi principio) en el que todo debe tener un equilibrio. Crear por crear, ampliar por ampliar, sin rigor y superando la imagen y la forma a la necesidad, es además de improcedente, inútil, consiguiendo que se desvirtúe lo que se pretende. Las distancias y esos espacios descomunalmente desproporcionados vienen originados única y exclusivamente por la tipología y la forma que se ha escogido para el diseño de la terminal. Señores de AENA, compañeros arquitectos o a quien corresponda: sobra espacio, crean ustedes lo que les digo. No hay proporción entre el volumen diseñado y el flujo de pasajeros y las distancias a recorrer. No la hay y no estoy hablando como arquitecto. No es necesario. Tardé más tiempo en recorrer la distancia entre la parada de taxi de la terminal a la puerta de embarque que desde mi casa en el centro de Madrid al aeropuerto. Alguien debe “hacerselo” mirar.

El vuelo placentero, correcto. Mi llegada a Casablanca fue a las 20 horas (21 horas en España) y el la hora prevista de salida a Niamey era las 1 de la madrugada. Cinco horas de transito que se convirtieron en siete por el retraso en el vuelo. Lluego me comentaron que fue debido a que en el aeropuerto de Uagadugú (Burkina Faso) en donde llegaba el avión después de continuar el vuelo desde Niamey, no se podía aterrizar de noche por el estado de sitio declarado en es país. Luego, 3 horas más de vuelo también tranquilo y llegada a destino a las 7 de la mañana. Un viaje de 12 horas que en circunstancias normales no tendría que ser duro pero los horarios y retrasos así lo hicieron. Recogida en el aeropuerto por empleados del hotel y llegada al mismo para descansar un par de horitas antes de empezar la primera jornada que se hizo muy dura por la climatología y el cansancio pero la ilusión pudo con todo. Resultó ser al final un día de trabajo especial.

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